9 mar 2013

Manifiesto


MANIFIESTO

Todos sabemos que vivimos unos tiempos, eufemísticamente hablando, de muchos cambios. Se ha producido y se está produciendo un desmantelamiento total del sistema, llegado un punto al que ya el pueblo no es antisistema, sino que, como mucha gente habla, el sistema es antinosotros. No voy a explicar las causas de la crisis, las consecuencias y todo lo que deja a su paso. La única verdad que yo contemplo es una y única: la crisis será todo lo que los gobernantes quieran, todo lo gorda y todo lo fatídica que ellos consideren, pero lo que no es aguantable es que el pato lo paguen los que menos han hecho.
Cada día por la tele nos comemos las noticias, que por cierto me revuelven el estómago, y escuchamos, escuchamos porque ya doy por hecho que nunca podré cerciorar que esas cifras existen de mi propia mano, cómo se movían y se siguen moviendo cientos de millones de euros de las manos de los de siempre. Nos da igual quién fuere y quién dejase de ser, si quieren demostrar que el sistema aún funciona que sea de mano de la justicia. Que sea la justicia la que devuelva a este país la cordura y la ''salvación'' porque de mano de los gobernantes actuales, cada vez la veo más lejos. Que sean los jueces los primeros en rebelarse con los principios de la Constitución bajo un hombro. Que con una mano equilibren la balanza de la desigualdad y con la otra aguanten la espada de Damócles sobre el cuello de los tiranos.
Sin embargo, cada vez que me siento a profundizar sobre el asunto siempre llego a la misma conclusión. La solución no está en los números, está en cada uno de los corazones de los hombres y las mujeres de este mundo. Es la mano invisible de Adam Smith pero quitando la parte de la economía. La mano invisible que es representada en cada momento, en cada segundo de nuestra vida por nuestros gestos, nuestras palabras y nuestros actos. La única verdad en este mundo es el amor al ser humano, a tu hermano y hermana. La única verdad en este mundo es el amor y la salud. Lo demás es tontería. El amor es libertad, el amor a la palabra, el amor a la mujer y al hombre, el amor al respeto y a la dignidad, por que el amor es dignidad y respeto. ¿Quién fue el diablo que tiempo atrás abrió la única caja de Pandora de este bello mundo? Porque en este mundo el único dios de los hombres es el dinero, más allá de Dios y Alá. Quisiera saber en qué fatídico momento se desataron las fuerzas de la avaricia, de la codicia, la envidia y el odio... Porque en este mundo se paga el odio con odio, y el dolor con dolor.
El amor, la paz y el recuperar el equilibrio con nuestra madre naturaleza. Eso es avanzar y no lo es progresar en la técnica o en la economía. Mientras el poder esté en manos de una cúpula envuelta en capas y capas de opulencia, despilfarro y egoísmo, nunca dejaré de pensar que los tiempos del gran césar de Roma terminaron en el 476 como señalan los historiadores, y que el condenado espíritu del imperio sigue atormentando la lucidez de los hombres, haciendo del poder el camino para encumbrarse en la riqueza y en la fama. Convirtiendo el alma de los hombres en un alma poseída por la avaricia y la pobreza, forrada por lujos inalcanzables para el resto de los mortales. Os recuerdo altos líderes y altos empresarios que sois finitos como el resto de los mortales, que no sois absolutos como un imperio. Os recuerdo gobernantes que vuestra palabra pesa sobre nuestros hombros y que vuestro juego sucio llena de mierda al pueblo. Os recuerdo gobernantes que cada firma que fijéis afectará al resto de la sociedad de manera transcendental. Os recuerdo gobernantes que avanzar no es conseguir alcanzar un presupuesto fijado meses antes por otros líderes que no ha elegido el pueblo español, sino que se trata de lograr la felicidad de los ciudadanos. Os recuerdo gobernantes que este sistema ha lanzado un ultimátum de atentar contra la sociedad. Ustedes eligen.

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